jueves, 3 de septiembre de 2015

CONTROVERSIA ACTUAL SOBRE TEORÍA Y POLÍTICAS ECONÓMICAS

CONTROVERSIA ACTUAL SOBRE TEORÍA Y POLÍTICAS ECONÓMICAS
Rubén D. Utria

1.      ¿La crisis económica mundial que se desencadenó en Estados Unidos en el 2007 es estructural y sistémica o coyuntural y pasajera?
Todo parece indicar que esta crisis —que aún no puede ser dada por superada— no es simplemente financiera, ni propiamente económica, ni de los mercados, como las de 1850, 1929 y 2008. Tampoco es exclusiva de los Estados Unido sino, más bien, del sistema capitalista en su versión neoliberal, que se ha venido manifestando en diversas formas e impactos en los países regidos por éste. Y, por esta naturaleza, no parece constituir propiamente un fenómeno sectorial, coyuntural, ni transitorio. Subsistirá y se acentuará en la medida en que las teorías y prácticas de dicho sistema se mantengan en aplicación, destruyan las respectivas economías nacionales; y no puedan responder a las compulsiones, necesidades y aspiraciones de la nueva y compleja civilización del siglo XXI en pleno y no para unos reducidos grupos privilegiados. [1]  Además, debido al rol hegemónico político y económico que ejercen los Estados Unidos y la magnitud de su economía, la dimensión planetaria derivada de la actual globalización económica y el predominio de sus empresas transnacionales, esta crisis está trascendiendo las características de los anteriores ciclos y adquiriendo la naturaleza de sistémica.
         Se trata de la crisis del capitalismo neoliberal globalizante y no simplemente de su subsistema financiero e hipotecario. No es simplemente financiera, ni económica, ni de unos cuantos bancos, ni de los mercados; ni tampoco lo es de países específicos, Se manifiesta de diversa manera en los países regidos por dicho sistema. No constituye propiamente un fenómeno sectorial, coyuntural ni transitorio; y subsistirá y se acentuará en la medida en que las teorías y prácticas de dicho sistema se mantengan en aplicación. Al mismo tiempo tiene dimensiones internacionales debido al rol hegemónico político y económico de los Estados Unidos y la magnitud de su economía, así como la dimensión planetaria que le ha impreso la actual globalización económica y el predominio de sus empresas transnacionales.
         Lo que parece haber entrado en crisis son la dinámica productiva y los objetivos sociales del capitalismo original, las teorías económicas sin base científica, el fundamentalismo doctrinario político y académico, la multiplicación y acumulación del capital a cualquier costo, el traslado de la producción industrial, la inversión, el  empleo y la tecnología a China y otros países asiáticos en busca de mayor lucro aunque todo esto sacrifique a los trabajadores y en general a las economías norteamericana y europeas. Todo esto combinado con las prácticas financieras perversas, los excesos y abusos de poder, las “burbujas” hipotecaria y financiera, las quiebras fraudulentas, las millonarias estafas, la corrupción de grandes círculos financieros, la frustración del “sueño americano” y del compromiso europeo del “bienestar social” capitalista neoliberal y su patología derivada de su versión de capitalismo salvaje. Consecuentemente, las salidas de esta crisis no pueden circunscribirse a los correctivos operacionales financieros y empresariales convencionales, ni a las políticas monetarias expansivas, ni a los proyectos anticíclicos keynesianos y otros artilugios de las políticas económicas neoclásicas, sino que tienen que apuntar a la médula y las estructuras principales de la sociedad capitalista, hoy debilitadas por la crisis y sus causas.
          Por otra parte, esta crisis económica internacional —originada en los Estados Unidos y que ha comenzado a afectar al resto de la  economía  mundial—  constituye además un  fenómeno de  complejas  connotaciones  económicas,  políticas, sociales,  ecológicas,  académicas  e históricas  y  serias  implicaciones   geopolíticas  e  ideológicas.   Por  tanto, no puede ser tomado con ligereza y superficialidad analítica. Su estudio debe trascender el carácter sectorial financiero y lograr un abordaje sistémico y complejo, no sólo en cuanto a la economía misma, sino también al orden sociopolítico que le sirve de sustrato. Sin embargo, este ejercicio no está haciéndose. Según los más reconocidos gurúes de la economía mundial —entre éstos Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Jhon Williams, Nuriel Rubini, George Soros, Paul Samuelson, Edmound Phelp, Robert Moundel, Paul Volker, Allan Greenspan, Ben Bernanke y Warren Buffett, sólo para mencionar algunos los más activos en el debate y destacados gobernantes e historiadores —como Gordon Brown, Nicolás Sarkosi, Anthony Blair, Mikhail Gorbachev, Alvin Toffler  y varios congresistas norteamericanos y europeos— este preocupante fenómeno se reduce básicamente a los impactos sectoriales y coyunturales de la explosión de la “burbuja hipotecaria” derivada de los excesos y desmanes del mercado financiero, la irresponsabilidad ética de los empresarios, la “ineficiente aplicación de la doctrina neoliberal” y, últimamente, a la negligencia de los respectivos gobiernos para apagar los incendios financieros. También se ha hablado de la incapacidad para entender las “interrelaciones entre tiempo, espacio y conocimiento” en el manejo del sector financiero.[2] Y el alcance internacional es explicado y minimizado como efecto del proceso de metástasis propio de una economía globalizada.
         Así, el análisis del fenómeno y sus soluciones ha venido girando en torno a la explosión de la mencionada “burbuja” y, por tanto, la receta se reduce a simples medidas financieras sectoriales y transitorias destinadas a rescatar y sanear el sistema hipotecario,  refinanciar a los bancos y aseguradoras en quiebra y recuperar empleos perdidos, así como a amonestaciones moralistas a ciertas empresas y sus directivos. Todo esto con inmunidad institucionalizada para los causantes del desastre,  y desesperados llamados al gobierno para que corrija algunos desatinos de “la autorreguladora mano invisible” del mercado. Con la llegada del gobierno del Presidente Obama —y en una estrategia de tipo bomberil de un monto adicional de US$ 780.000 millones— se ha buscado agregar transferencias financieras para que los gobernadores y los alcaldes puedan adelantar proyectos de obras y servicios que generen empleo y ayudas directas a las familias para que no pierdan sus viviendas y pequeños negocios incautados por los bancos en crisis. Además se está destinando recursos extraordinarios para la investigación científica en el campo de las energías alternativas. Todo lo anterior a base de la ampliación de la incontrolada emisión inorgánica, peligrosos desbalances fiscal y comercial y sin la certeza de que constituya  solución de fondo al problema, y que responda a auténticos intereses sociales y nacionales de mediano y largo plazos. Ésta es  también la percepción de los yuppies que manejan las finanzas públicas y privadas latinoamericanas y de los profesores de las universidades elitistas de la región, con excepción de un pequeño grupo de académicos independientes quienes —aunque con acceso restringido en los medios de comunicación y muchos de ellos excluidos de las universidades y de los citados medios— se esfuerzan en identificar las causas profundas del fenómeno y no simplemente sus efectos.[3]
         En este limitado contexto conceptual  no ha habido  en el establecimiento  económico,  político y académico mundial y latinoamericano  espacio suficiente para la exploración de la  eventualidad  de una  crisis  sistémica del  modelo económico capitalista  neoliberal y su globalización  como la ven,  por ejemplo,  Ignacio Ramonet [4] y Emir Sáder;[5]  o, aun más lejos, de una crisis estructural del capitalismo como la vislumbra Inmanuel Wallerstein;[6] o, en un contexto más amplio, de la posibilidad de una crisis de civilización, como la entiende Wim Dierckxsens;[7]  y mucho menos para rever y reinterpretar los pronósticos clásicos del marxismo sobre las crisis cíclicas del capitalismo. Tampoco, y consecuentemente, para esbozar una propuesta de solución efectiva y viable.
        Al intentar analizar el tema a fondo y con un enfoque integrado y sistémico, se tiene la sensación de que la explosión de dicha “burbuja” es apenas uno de los efectos de una  crisis más  profunda  del  capitalismo y  no la causa de los trastornos y desastres financieros.   Se está  haciendo creer que se trata simplemente de un traspié financiero coyuntural de algunos bancos y empresas de la economía real, del cual se puede salir fácilmente mediante un programa de refinanciamiento  selectivo  por  parte del gobierno, algunos ajustes regulatorios del mercado, la consolidación del libre comercio y el refuerzo de los  mecanismos multilaterales establecidos en Bretton Woods.[8] Y que, por tanto, no se requiere una intervención contundente del Estado en los subsistemas en crisis, apelando al dogma  de la no intervención y atemorizando con el fantasma de “las nacionalizaciones socialistas”.   Al menos eso es lo que han venido haciendo los Estados Unidos y algunos países europeos antes y después del cónclave del G-20 en Washington; y es también lo que el Congreso norteamericano pareció exigirle a las tres grandes empresas de la industria automotriz como condición para lanzarles el salvavidas financiero.[9] Ésta es igualmente la estrategia básica subyacente en las conclusiones de la segunda reunión del G-20 celebrada en Londres y la primera de las Naciones Unidas sobre el tema que tuvo lugar en Nueva York. Y es también lo que parece ser la estrategia del Presidente Obama y su destacado grupo de asesores económicos. Pero se omite la consideración de que, como lo demuestra el economista colombiano Eduardo Sarmiento, “toda la teoría involucrada en estas estrategias y políticas está errada”.[10] Asimismo, se soslaya el hecho de que no sólo opera la “burbuja” del sector privado sino también la del gobierno norteamericano —el cuantioso y desbocado endeudamiento externo, el excesivo déficit fiscal, el creciente desbalance fiscal y comercial, el absurdo y desmedido gasto militar, la incontrolada emisión sin respaldo, y otros desaciertos— que puede estar próxima a estallar con consecuencias imprevisibles para toda la economía mundial y la vulneración del valor de las reservas internacionales de la gran mayoría de los países. También se omiten las graves fallas en las actuales estrategias geopolíticas, ambientales,  productivas y gerenciales de la economía real.
        Por estas y otras razones, las medidas tendientes a contener la crisis en los Estados Unidos resultan esencialmente paliativas, de carácter “bomberil” y están financiadas artificialmente mediante una desbocada emisión inorgánica, que parece estar constituyéndose una nueva “burbuja”. La posibilidad de que la economía europea pueda salir de sus actuales dificultades no parecen concretarse, particularmente en cuanto a los empleos, la capacidad de pago y los niveles de vida perdidos por gran parte de la población; los graves incidentes diplomático-militares en Ucrania no están exentos de vinculación con la apelación histórica a la guerra para “resolver” la crisis y con los actuales problemas financieros sociales y políticos de Unión Europea; y la aspiración de los países primario-exportadores de librarse del impacto de la crisis mediante  buenos precios para las materias primas se ha visto progresivamente frustrada ante el carácter transitorio de esta bonanza. Y esta frustración parece consolidarse ante la necesidad de los Estados Unidos de auto-abastecerse de materias primas  para disminuir su dependencia externa; y de la circunstancia de que China tiene ya adelantada la construcción de sus mayores obras de infraestructura y ha llegado al momento de apelar a su propio e inmenso mercado interno.
       Obviamente, el carácter estructural y sistémico de esta crisis no significa por ahora que ella sea también de inmediato final y catastrófica. Y si las medidas “bomberiles” citadas logran sanear la banca, exorcizar a Wall Street y paliar la inestabilidad de algunas grandes empresas, es posible que la crisis sea también coyuntural y transitoria simultáneamente con su naturaleza estructural y sistémica. Pero mientras siga en práctica el neoliberalismo y su capitalismo salvaje  la ampliación de las desigualdades sociales, el despojo del 40% de la riqueza por parte del 1% (según Stiglitz en el caso de los Estados Unidos) y la expansión de la pobreza y la injusticia en el Tercer mundo desencadenarán la explosión de la burbuja social y política que viene encubándose en los movimientos de “indignados” de todo el mundo

2.      Uno de los premios Nobel de Economía de 2013 – Robert Shiller – se preguntó si la economía es una ciencia[11].  ¿Con base en esta inquietud, qué entiende Ud. por teoría y política económicas?
Esta pregunta contiene dos partes bien diferenciadas y poco ligadas. En relación con la primera puede decirse lo siguiente:
No recuerdo un debate serio y concluyente sobre la naturaleza científica de la economía y su carácter de ciencia autónoma. Ni siquiera a lo largo de la enconada controversia Hayek-Friedman contra Keynes, ni tampoco ahora ante el fracaso de las doctrinas neoliberales y la crisis internacional que éstas han traído aparejada. Este tema fue discutido internamente con frecuencia en la CEPAL —que como se sabe, se constituyó en los años cincuenta y sesenta en el más importante laboratorio latinoamericano y del Tercer Mundo para el estudio de las economías nacionales— y recuerdo que siempre se la reconoció como  instrumento de la política y del desarrollo nacional, comprometido directamente con los intereses sociales y nacionales. Sus numerosos estudios y  propuestas de la época siempre apuntaron a la satisfacción de las necesidades sociales, la defensa de las respectivas economías nacionales y las reformas políticas y administrativas necesarias para lograr dichos objetivos.
       Por otra parte, las dudas sobre la naturaleza científica de la economía y su práctica actual van más allá de saber si constituyen una ciencia, en el sentido convencional del  término. En primer lugar, hoy resulta difícil concebir una ciencia que opere al margen de la debida consideración de los componentes básicos de su contexto estructural y operacional como, en este caso, lo son el medio ambiente, la sociedad y su dinámica y los intereses nacionales, amén del territorio, la historia, la geopolítica y otros, factores éstos considerados simples “externalidades”.  
      Al observar detenidamente el desempeño profesional de los economistas más destacados durante los últimos 25 años, se evidencia la prevalencia de las consideraciones eminentemente político-administrativas y menormente sociales y la impronta de política económica y sus respectivos objetivos y instrumentos. Sus enfoques y soluciones casuísticos, sectoriales y coyunturales y la ausencia de rigor científico en sus recetarios y predicciones económicas —los cuales casi siempre necesitan ser “ajustados” ante la contundencia de la realidad social— distan mucho de lo que debería ser un manejo científico. La aplicación sumisa y fundamentalista de las consignas del Consenso de Washington y la recetas obligatorias del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y otros mecanismos internacionales, sin la debida consideración de la realidad y los intereses sociales y nacionales de los respectivos países, dejan mucho que desear de lo que se espera de un desempeño científico.  
       También es cuestionable la abusiva pretensión de constituirse en una superciencia de la sociedad, del proceso general del desarrollo nacional, la prospectiva, la geopolítica, la ingeniería y otras ciencias, capaz de abarcar las estructuras y la dinámica social: el capital, la producción, la ecología, la tecnología, el mercado, los intercambios internacionales, la distribución y redistribución del ingreso, la inversión extranjera, la política, la sicología social, la cultura, los valores, las actitudes, las expectativas y motivaciones de las gentes, la política, el desarrollo humano, el futuro y la prospectiva nacional, la historia  y muchos otros factores sociales y políticos. Todo esto cuantificado y manipulado mediante un reducido grupo de indicadores afines “brutos” y “per cápita”, que giran principalmente en torno al llamado “producto interno bruto” (PIB)[12]  y dicen muy poco del desempeño de la economía y de su impacto sobre la sociedad, los ecosistemas, el manejo estratégico del territorio, las prioridades nacionales, las expectativas de la población y muchos otros factores.
        Este asalto académico y político condujo en Latinoamérica —y en general en el mundo capitalista a la captura monopólica de la orientación nacional e internacional del poder político y económico por parte de los profesionales y académicos de la economía; y a la exclusión y de los demás profesionales y sus respectivos conocimientos científicos y tecnológicos. Y también determinó el control dogmático del manejo de la teoría económica por parte de unas pocas universidades elitistas norteamericanas y europeas y sus asociadas en el resto del mundo. Al respecto debe reconocerse que cada día se abre mayor paso en los círculos académicos internacionales y en Colombia este cuestionamiento. Varios trabajos de miembros de la ACEE así lo confirman.
         En relación con la segunda parte de la pregunta, en general una teoría es un conjunto de supuestos y resultados esperados y no implica forzosamente rigor científico, como en el caso de las teorías astrológicas, numerológicas, cartománticas y otras. Mientras que la política vendría a ser la aplicación de tales teorías a través de los mecanismos de poder. En el pasado la economía contó con teorías con cierta base científica, particularmente en los planteamientos de Adam Smith,  Carlos Marx y Keyness). Esta situación comenzó a cambiar con el neoclasicismo y perdió sus carriles con el neoliberalismo económico. Como puede comprobarse fácilmente, en la práctica esta doctrina es la compulsión de la maximización de la ganancia sin importar el costo social, político, geopolítico, ambiental y, particularmente, el daño directo a las economías nacionales; y, de paso, a la mundial. Para ello establece el dogma compulsivo de la desregulación de la economía, el mercado y las prácticas financieras. Este neoliberalismo parte de una base científicamente errada, particularmente en cuanto a las virtudes auto-regulatorias del libre mercado y la consiguiente desregulación de su funcionamiento, la falacia de la libre competencia entre naciones de desarrollo económico desigual, la insistencia dogmática en las ventajas absolutas del comercio internacional, el desprecio por la sociedad y sus intereses, la ausencia de consideración por los intereses nacionales, la conveniencia de las desigualdades sociales y varios otros aspectos.
3.      ¿Qué es desarrollo humano?

          A través del PNUMA, las Naciones Unidas —que viene realizando un intenso esfuerzo en la promoción del Desarrollo Humano desde 1998 [13] con base en los trabajos de los Profesores Amartya Sen [14] y Ul Haq [15]—  define este fenómeno en general como “el aprovechamiento de las capacidades y potenciales humanas para que las personas puedan decidir por sí mismas lo que quieren ser y cómo hacerlo”;[16] así como el respeto a los derechos humanos, la búsqueda de la superación de las desigualdades humanas y la elevación de la calidad de vida. Asimismo,  tratan de medirlo en términos ciertos avances en el respeto de los derechos humanos y en la disminución de las desigualdades sociales, mediante una ponderación del valor absoluto del PIB.
         Pienso que esta concepción del PNUMA es básicamente válida y que su iniciativa debe ser, apoyada sin reservas. Pero también, que ahora es necesario profundizar en la naturaleza y el contenido del concepto, con el fin de identificar y desarrollar la amplia variedad de tales capacidades y potencialidades propias del prodigioso proceso de humanización de la especie. Como se sabe, tanto en Occidente como en Oriente,  éstas han venido siendo inexplicablemente soslayadas, en especial después del Renacimiento y la Ilustración y particularmente con la entrada en vigencia del sistema capitalista. Si bien es cierto que en décadas recientes dichas capacidades, y potencialidades han llamado la atención de algunos estudiosos, y hasta se ha creado la profesión de “caza-talentos” y se han escrito numerosos manuales para esta tarea; también lo es que estos atributos están siendo percibidos y estudiados básicamente como simples “recursos humanos” para la producción capitalista y como “capacidades de liderazgo empresarial”. Obviamente, concebir a los seres humanos y sus capacidades como simple “recurso” es desconocer la dignidad y la naturaleza suprema de este ser de inteligencia y potencialidades incomparables y menospreciar el destino histórico de la humanidad, como bien lo anotó el Mahadma Gandi.  Reducir al ser humano —y su inmensa capacidad creadora y el dominio de su iniciativa y su intelecto— a la simple misión económica es ignorar el mayor logro de la creación en el planeta y condenar a la humanidad a la simple condición de instrumento de la producción.
        En la medida en que conocemos mejor el doble proceso evolutivo del ser humano —biológico e intelectual, aun inconcluso como lo percibió Pico de la Mirándola, uno de los más destacados renacentistas—[17] se constata cuánta imaginación, proyección cósmica, creatividad, imaginación, fantasía, talento, competencia, emotividad, espiritualidad, afectividad, contextualidad, ciencia, tecnología, arte, y muchas otros atributos invaluables ha venido acumulando progresivamente la especie humana a lo largo varios miles de millones de años. Pero éstos han venido siendo sistemáticamente ignorados y dejados a la suerte del surgimiento milagroso, aislado e individual de unos cuantos “genios”. Al respecto los estudiosos del cerebro humano nos informan que sólo estamos utilizando menos del 10% de su capacidad de procesamiento.
        En esta amplia y profunda concepción (del ser humano) de este prodigioso ser, el Desarrollo Humano tiene que ser el proceso autoeducativo de identificación, liberación y despliegue de todas esas capacidades y talentos cognitivos, creativos, de movimiento, iniciativa  y muchos otros  atributos afines y conexos propios del ser humano, generados y acumulados a lo largo del proceso histórico de humanización. [18] Todo esto para la dignificación, capacitación, liberación y el disfrute de la humanidad y no para unas cuantas empresas nacionales y transnacionales y unos súper-poderes mundiales.  Y esto significa una revalorización trascendental de la especie humana y una nueva educación especial para todos —comenzando por las niñas, los niños y los jóvenes y continuando con los adultos de todas las edades— que vaya más allá de sus dos mezquinas misiones educativas tradicionales: el “aconductamiento” al sistema económico-político y social en boga; y la adquisición de destrezas —“competencias” — para el trabajo productivo.
        Aunque se reconoce la existencia de estos atributos humanos, su identificación, liberación y desarrollo generalmente queda reducida a los casos  de unos cuantos “genios” y “superdotados”. Últimamente se ha despertado cierto interés en este fenómeno, pero limitado a identificar “lideres” de interés para el empresariado y actividades deportivas y artísticas.
        Sin embargo, los investigadores comprometidos con un nuevo y auténtico humanismo trabajamos ahora en la identificación, liberación y despliegue de dichos atributos y las posibilidades de convertirlos en patrimonio activo de toda la población y energía vital para la aceleración del desarrollo nacional. Todo ello mediante políticas  y planes pertinentes,[19]  pero no se trata esto de una tarea fácil, no sólo por razones políticas sino también técnicas y de procedimiento.  Por una parte, estos propósitos encuentran resistencias en la mayoría de los actuales sistemas económico-políticos y sociales que rigen los diferentes países, las cuales deben ser superadas previamente para este pleno y constructivo aprovechamiento de las capacidades de todos los seres humanos. Por otra, debido a las aberrantes desigualdades sociales acumuladas hasta hoy, propias de dichos sistemas y los valores socioculturales y psicológicos derivados de éstos, así como las circunstancias geográficas y culturales específicas obligan a contar previamente con un amplio, complejo y estratificado catálogo de aspiraciones y soluciones de desarrollo humano específicas para cada estrato y subestrato social, lo cual implica complejas combinaciones de soluciones y sus respectivas políticas y programas. Adicionalmente, como el desarrollo humano es un proceso articulado, coherente, localizado, focalizado y de mediano y largo plazo, integrar operativamente toda esta complejidad de acciones y soluciones —a quién, cuánto, dónde, cuándo, cuánta sensación de felicidad o de ascenso social proporciona, etc.— plantea serias dificultades técnicas y operativas. También entra en juego la importancia —y en muchos casos la urgencia— de priorizar las condiciones y calidad de vida y bienestar; y esto trae la complicación de los valores, actitudes y motivaciones de las personas, factores estos que son frecuentemente manipulados por el mercado.[20] Y cualquiera de estos objetos, cuyo uso o posesión traiga asociado un mayor grado de felicidad, satisfacción, prestigio, u otro valor considerado positivo, para ese individuo o su comunidad.
4.      El Informe Stiglitz-Sen-Fitoussi: “Una iniciativa para mejorar la  métrica del crecimiento económico y el progreso social” se presenta como avance en la medición del crecimiento económico y el progreso social. ¿Si está de acuerdo con esta afirmación, cómo se puede instrumentar?
       No hay duda de que las reflexiones y recomendaciones de este importante Informe constituyen un avance, pero de dimensiones pequeñas y tardías, puesto que existen propuestas aplicables al respecto —como la contabilidad macroeconómica ambiental desarrollada por las Naciones Unidas y otras— las cuales han sido sistemáticamente boicoteadas desde hace más de 20 años.  Su principal limitación consiste en seguir considerando el PIB como el indicador principal del desarrollo económico y social, fenómeno que no pude depender simplemente del volumen agregado de la producción, independientemente de la naturaleza de lo producido, su contribución efectiva a las transformaciones de la sociedad, sus efectos nocivos sobre el medio ambiente, su incidencia en el sistema de asentamientos humanos, sus impactos sobre las desigualdades sociales, la justicia y los derechos humanos, y otros aspectos afines y conexos. Pero sobre todo, sobre su contribución al desarrollo de los atributos de creatividad, iniciativa, emprenderismo, humanidad, solidaridad humana y social, bondad, pacifismo y otros conexos; así como el surgimiento de una conciencia auténticamente humana. A estas limitaciones se agregan las relativas a la recolección y manipulación de la información.
        La instrumentación de la propuesta de dicha Comisión puede resultar difícil, dadas las resistencias que puedan oponerse por parte de los economistas, académicos y políticos hoy en el poder —muchos de ellos ampliamente galardonados— que han venido sosteniendo la validez inquestionable del PIB como indicador supremo de la economía y el desarrollo nacional.
        El PIB podría aun ser rescatado socialmente a través de una nueva forma de calcularlo, desarrollando una compleja ecuación que permita contabilizar de forma ponderada los beneficios y costos de una gran numero de atributos, como la calidad de vida de la población, el grado de seguridad alimentar, el grado de seguridad social, el nivel de conservación ambiental y de los recursos naturales, y varias otras variables pertinentes. Esto no obstante enfrentaría dos problemas difíciles de solucionar: la falta de información confiable y que la práctica de la economía no ha sido suficientemente "científica" para poder desarrollar dicha ecuación o sistema de ecuaciones que serían necesarias para poder contabilizar adecuadamente todas esas variables.

5.      ¿Ante los problemas de crecimiento, pobreza, desempleo, corrupción, guerras, narcotráfico, etc., cuál es el papel y la fortaleza de las teorías económicas para interpretar e instrumentar la transformación del mundo actual?

        Ningunos, si se trata de las teorías en boga, mientras dichas teorías no adquieran el rigor científico necesario y se apoyen sistémicamente en ciencias conexas como la sociología, la geografía, la ecología, la ingeniería, la historia y otras; y estén al servicio de la sociedad y no del capital nacional y transnacional.
        Se requiere una nueva teoría económica centrada en las sociedades nacionales, sus capacidades, potencialidades, recursos, necesidades y aspiraciones, así como en la consideración de la fragilidad de los ecosistemas y sus recursos, la estabilidad climática del planeta; y no simplemente en la producción,  el mercado, la acumulación de riqueza y la desregulación. Asimismo se requiere un nuevo orden internacional que garantice la equidad económica entre las naciones. Y, sobre todo, se necesita una economía al servicio de los seres humanos, su dignidad, sus derechos humanos, sus capacidades, libertades y demás atributos, que garantice su participación justa en los procesos de generación y distribución de riqueza, supere las desigualdades sociales, genere las oportunidades de realización individual y social y acelere el proceso de desarrollo humano. Todos estos objetivos llevan implícita la superación de la corrupción, el narcotráfico, la violencia y la guerra.
6. ¿En Colombia se deben reforzar la intervención del Estado y los instrumentos regulatorios en las políticas económica, territorial, social y ambiental? ¿Si así lo cree, mediante qué mecanismos?
        En Colombia, como en resto de los países, resulta imprescindible el control social democrático sobre el poder, el mercado, los individuos y grupos proclives a los excesos y abusos en sus recursos, funciones y actividades; y sobre esto encontramos justificación a lo largo de la historia. En todos estos frentes y otros adicionales, porque en el mercado no existe la sabia y oculta mano reguladora que imaginó Adan Smith,  sino intereses individuales y grupales de poder y ventaja; ambiciones desmedidas de acumulación a cualquier costo; ansias incontenibles de posesión de la tierra y sus recursos naturales; captura compulsiva y monopólica del conocimiento científico, tecnológico, profesional, artístico, deportivo y en general de cualquier campo productivo.
        La inoperancia del “laissezferismo” y sus impactos adversos han quedado recientemente en evidencia particularmente en Estados Unidos y Europa. Deben aprovecharse las enseñanzas de la actual crisis económica internacional para introducir sistemas efectivos y democráticos de regulación en todas las esferas claves de la vida nacional, como la economía, la ocupación del territorio el manejo de los demás recursos naturales, el control de la contaminación y las emisiones que aceleran el calentamiento planetario, los alimentos y los fármacos, la corrupción a través del sistema de telecomunicaciones, el deterioro de las ciudades, el desempleo y la frustración de la población, y varios otros factores. No se trata de la dictadura del Estado sino de la defensa de la sociedad, el desarrollo, el planeta y la vida.
7. ¿Cómo se puede integrar la economía con otras ciencias como la política, la sicología, la física, la matemática, la biología, la geografía, la ingeniería, etc.?
        Como se sabe, en el mundo científico de hoy no hay ciencias aisladas; todas ellas forman parte de una gran unidad cognitiva en consonancia con la propia unidad del universo; y todas ellas se relacionan entre sí en forma sistémica como también sucede en el universo. Ni siquiera pueden seguirse reconociendo las tradicionales barreras entre las llamadas ciencias físicas, naturales, biológicas, sociales y otras.
        Así, no puede hablarse de economía “a secas” sin el territorio, los recursos que contiene, la localización geográfica y las implicaciones geopolíticas que ella tiene; ni sobre los efectos de la producción, la distribución y el consumo sobre el medio ambiente. Tampoco sin los mandos de gerencia, la asesoría técnica en la producción y los recursos de inversión de operación. Ni la población que produce y consume y que tiene preferencias en las actividades productivas y el consumo y que, además, dispone de valores, actitudes, motivaciones, expectativas y aspiraciones que influyen en su contribución productiva y de consumo. Menos, sin las ciencias básicas que permiten la generación de tecnologías, ni de éstas que definen los métodos y costos de la producción y de la mayor parte de las actividades cotidianas. Asimismo tampoco de la política, porque ella define en gran medida, la oportunidades de negocios, los costos, las ventajas y desventajas, los beneficiados y perjudicados y otros factores, tanto en el plano interno como en de comercio internacional. Más allá de este despeño sectorial la economía influye directamente en la alienación o el bienestar de los trabajadores, la satisfacción de los consumidores y realiza un aporte decisivo en el desarrollo nacional.
8. ¿Cómo enseñar la economía y cómo fortalecer o cambiar los programas actuales de pregrado y posgrado?
         Como una ciencia conceptual y metodológicamente integrada sistémicamente al resto del conocimiento logrado por el ser humano hasta hoy; y, consecuentemente, despojada de la arrogancia de considerarse una superciencia, como ya lo he anotado.
        Como una ciencia social, es decir, del desempeño (conocimiento) del ser humano, su sociedad y las estructuras y dinámica de ésta en los procesos de producción y distribución y redistribución de la riqueza producida; así como su capacidad productiva, su condición de vida, sus valores, actitudes, motivaciones, expectativas y aspiraciones y su interacción con las tecnologías.    
        Como una ciencia contextualizada; es decir, un conjunto de conocimientos válidos en un contexto geográfico, histórico, social, político, económico, geopolítico y de otras naturalezas, tanto específico como diferenciado y dinámico. Por ser una ciencia social no puede ser única y dogmática.
        Como una ciencia experimental, porque simultáneamente se refiere en buena parte al ser humano, al territorio, la política,  la historia, la geopolítica y otros factores en permanente cambio.   
       Como un conocimiento comprometido con la respectiva sociedad y sus diferentes estratos, porque tiene que ver con el manejo de los recursos, los medios de producción, las tecnologías, el empleo, el mercado, el consumo, las finanzas, el medio geográfico y ambiental, la distribución de la riqueza producida, el financiamiento del bienestar social, los intercambios comerciales y varios otros factores de directo interés humano y social.
      No soy experto en las estructuras académicas de la economía. Sin embargo, a la luz de las anteriores críticas formuladas por mí, considero que varios los frentes del sylabus del pregrado y el posgrado merecerían una revisión, tales como los siguientes:
·         El uso adecuado de la modelística matemática, porque no se trata de una ciencia exacta.
·         Una estadística desagregada y ponderada para que responda a la diversidad de estratos, situaciones, justificaciones, etc.
·         La inclusión de conocimientos básicos de antropología, sociología, historia, política, y otros.
·         Desarrollo nacional y su planificación.
·         Economía ambiental
·         Economía urbana
·         Geopolítica económica.

9. ¿Qué opina usted de los planteamientos del Papa Francisco Primero sobre la necesidad de crear una economía del bien común para evitar las muertes que produce la exclusión y la inequidad, producto de una economía volcada al consumismo exacerbado que ha colocado el dinero como centro de la vida?
         Este planteamiento del Papa Francisco sobre la creación de una nueva economía resulta completamente válido y oportuno, particularmente en un momento en que la mayor parte de humanidad se encuentra afectada por conceptos y políticas económicos que conspiran contra los intereses vitales de la sociedad y los seres humanos. No sólo por el consumismo compulsivo y perjudicial que promueve, sino también por las desigualdades sociales y el empobrecimiento que genera, la falta de compromiso con el empleo, el despojo del de los ahorros de la población, la ética del enriquecimiento a todo costo, el empobrecimiento y las desigualdades sociales que genera, la contaminación ambiental que produce, la contribución al calentamiento planetario que provoca y muchas otras inaceptables secuelas.
        Sin embargo, el Papa no menciona que dicha impactos adversos de esta economía cuestionada no constituye un simple problema de ética, ni un fenómeno aislado y de fácil modificación. Dicha economía es estructuralmente ligada al sistema económico-político y social vigente en la mayoría de los países y al sistema de poder mundial,  operada por las grandes empresas transnacionales, y apoyada por los grupos internos dominantes en los países. ¿Será posible tan anhelada nueva economía sin una transformación estructural del sistema económico-político y social interno y del sistema internacional de poder vigentes en el mundo de hoy?
10. ¿Es la corrupción una limitante para la economía y la sociedad colombianas? ¿Qué mecanismos y medidas sugiere para eliminarla?

Sí lo es, y de carácter estructural. Es la expresión de la pérdida de valores de la sociedad colombiana y el desempeño de varias generaciones de políticos, financieros, empresarios y mafiosos enquistados en todas las estructuras de la sociedad. También es inducida exógenamente y estimulada por las doctrinas y prácticas económicas neoliberales económico. Es parte de la crisis del sistema económico-político y social en vigencia. Por tanto no puede hablarse de eliminar esta corrupción mientras se mantengan activos sus actores principales y sus causas.

(RDU/Respuesta RU para libro ACCE)




[1] Véase al respecto Naturaleza Sistémica de la Actual Crisis Económica Internacional. En Enfoques sobre el Origen de la Crisis Mundial de 2008. Academia Colombiana de Ciencias Económicas. Bogotá 2009.
[2]   Véase Alwin Tofler y Heidy Tofller: La Caida del Dinero: Por qué el Mundo está haciendo las Preguntas Equivocadas. En “La Crisis Económica Mundial”. Quintero Editores-Editorial Oveja Negra. Bogotá 2008.
[3]   Entre otros, puede mencionarse a Roberto Verrier, Atilio Borón, Theotonio dos Santos, Arturo Huerta, Eduardo Sarmiento, Jhon Saxe-Fernández, Raúl Alameda, Orlando Caputo,  Beethoven Herrera, Julio Gambina, Rubén D. Utria, Osvaldo Martínez, Emil Sader, Carlos Gutiérrez, Edgar Reveiz, Aurelio Suárez  y otros.
[4]   Véase Ignacio Ramonet, La Crisis del Siglo. En Le monde Diplomatic, Edición España. Octubre 2008.
[5]   Véase Emir Sader: América Latina Frente a la Crisis. Le Monde Diplomatique,  Edic. Bogotá, Octubre 2008
[6]   Véase  Immanuel Wallerstein: La Crisis estructural del Capitalismo. Ediciones Desde Abajo. Bogotá, 2007.
[7]   Véase Wim Dierckxens: La Crisis Mundial del Siglo XXI, Oportunidad de Transición al Poscapitalismo. Departamento Ecuménico de Investigación de Costa Rica. Ediciones Desde Abajo, Bogotá, 2008.
[8]   Véase Conclusiones de la Cumbre del G-20. Washington, Noviembre 15 de 2008.
[9]  Se alude a la reunión de los 7 países más ricos y unos cuantos “emergentes” el 20 de Noviembre de 2008 y el aplazamiento del salvamento financiero solicitado por la GM, la Ford y la Crysler por parte del Congreso en sus sesiones del 18 y 19 de Noviembre.
[10]   Véase Eduardo Sarmiento; “Economía y Globalización”. Grupo Editorial Norma. Bogotá 2008.
[11] Shiller, Robert. 17 de noviembre de 2013. ¿Es la economía una ciencia? Opinión. El Espectador.
[12] Ya desde 1960 este fenómeno lo veníamos identificando y estudiando infructuosamente en la CEPAL, bajo la dirección del famoso sociólogo José Medina Echavarría. Veáse su obra Los aspectos sociológicos del desarrollo de América Latina. CEPAL, 1963.
[13] Véase UNDP: Informe sobre el Desarrollo Humano 1913. También los Informes nacionales sobre el tema
[14] Véase Amartya Sen: Development as freedom. Oxford University Press. Oxford 1999.
[15] Véase Ul Haq, Reflections on Human Development. En Oxford Indian Paperbacks. Osford University Press. Oxford 1999.
[16] Véase UNDP. Informe sobre el Desarrollo Humano 1913. Naciones Unidas, New York 2013.
[17] Véase, el gran humanista del Renacimiento Pico de la Mirándola: Discurso ……
[18] Véase Rubén D. Utria Desarrollo Humano y Desarrollo Social. En Globalización, Crecimiento y Desarrollo. Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Bogotá 2013.
[19]  Véase por ejemplo: Desarrollo Humano y Desarrollo Nacional: Rubén D. Utria, en Globalización, Crecimiento y Desarrollo. Academia Colombiana de Ciencias Económicas. Digiprint Editores,Bogotá 2013.
[20]  Para algunos grupos la expresión de calidad de vida y la preferencia y prioridad en las soluciones pude no estar en la salud, la educación, la vivienda, etc. sino en un teléfono celular, un i-fone, un i-pod, una consola de juegos, un computador o cualquier objeto la amplia y penetrante chatarra informática-electrónica; así como una ropa de marca o una bebida de prestigio, e inclusive una dosis de estupefacientes.