CONTROVERSIA ACTUAL SOBRE TEORÍA Y POLÍTICAS
ECONÓMICAS
Rubén D. Utria
1. ¿La crisis económica mundial que se desencadenó en Estados Unidos en el
2007 es estructural y sistémica o coyuntural y pasajera?
Todo parece indicar que esta
crisis —que aún no puede ser dada por superada— no es simplemente financiera,
ni propiamente económica, ni de los mercados, como las de 1850, 1929 y 2008. Tampoco
es exclusiva de los Estados Unido sino, más bien, del sistema capitalista en su versión neoliberal, que se ha venido manifestando en diversas formas e
impactos en los países regidos por éste. Y, por esta naturaleza, no parece constituir
propiamente un fenómeno sectorial, coyuntural, ni transitorio. Subsistirá y se
acentuará en la medida en que las teorías y prácticas de dicho sistema se mantengan en aplicación,
destruyan las respectivas economías nacionales; y no puedan responder a las
compulsiones, necesidades y aspiraciones de la nueva y compleja civilización
del siglo XXI en pleno y no para unos reducidos grupos privilegiados. [1] Además, debido al rol hegemónico político y
económico que ejercen los Estados Unidos y la magnitud de su economía, la
dimensión planetaria derivada de la actual globalización económica y el
predominio de sus empresas transnacionales, esta crisis está trascendiendo las
características de los anteriores ciclos y adquiriendo la naturaleza de sistémica.
Se trata de la crisis del capitalismo
neoliberal globalizante y no simplemente de su subsistema financiero e
hipotecario. No es simplemente
financiera, ni económica, ni de unos cuantos bancos, ni de los mercados; ni
tampoco lo es de países específicos, Se manifiesta de diversa manera en los
países regidos por dicho sistema. No constituye propiamente un fenómeno
sectorial, coyuntural ni transitorio; y subsistirá y se acentuará en la medida
en que las teorías y prácticas de dicho sistema se mantengan en aplicación. Al
mismo tiempo tiene dimensiones internacionales debido al rol hegemónico
político y económico de los Estados Unidos y la magnitud de su economía, así
como la dimensión planetaria que le ha impreso la actual globalización económica y el predominio de sus empresas
transnacionales.
Lo que parece haber entrado en crisis son la
dinámica productiva y los objetivos sociales del capitalismo original, las
teorías económicas sin base científica, el fundamentalismo doctrinario político
y académico, la multiplicación y acumulación del capital a cualquier costo, el
traslado de la producción industrial, la inversión, el empleo y la tecnología a China y otros países
asiáticos en busca de mayor lucro aunque todo esto sacrifique a los
trabajadores y en general a las economías norteamericana y europeas. Todo esto
combinado con las prácticas financieras perversas, los excesos y abusos de
poder, las “burbujas” hipotecaria y financiera, las quiebras fraudulentas, las
millonarias estafas, la corrupción de grandes círculos financieros, la frustración
del “sueño americano” y del compromiso europeo del “bienestar social”
capitalista neoliberal y su patología derivada de su versión de capitalismo salvaje. Consecuentemente,
las salidas de esta crisis no pueden circunscribirse a los correctivos
operacionales financieros y empresariales convencionales, ni a las políticas monetarias
expansivas, ni a los proyectos anticíclicos keynesianos
y otros artilugios de las políticas económicas neoclásicas, sino que tienen que
apuntar a la médula y las estructuras principales de la sociedad capitalista,
hoy debilitadas por la crisis y sus causas.
Por otra parte, esta crisis económica
internacional —originada en los Estados Unidos y que ha comenzado a afectar al
resto de la economía mundial—
constituye además un fenómeno
de complejas connotaciones
económicas, políticas,
sociales, ecológicas, académicas
e históricas y serias
implicaciones geopolíticas e
ideológicas. Por tanto, no puede ser tomado con ligereza y
superficialidad analítica. Su estudio debe trascender el carácter sectorial
financiero y lograr un abordaje sistémico y complejo, no sólo en
cuanto a la economía misma, sino también al orden sociopolítico que le sirve de
sustrato. Sin embargo, este ejercicio no está haciéndose. Según los más
reconocidos gurúes de la economía
mundial —entre éstos Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Jhon Williams, Nuriel
Rubini, George Soros, Paul Samuelson, Edmound Phelp, Robert Moundel, Paul
Volker, Allan Greenspan, Ben Bernanke y Warren Buffett, sólo para mencionar
algunos los más activos en el debate y destacados gobernantes e historiadores
—como Gordon Brown, Nicolás Sarkosi, Anthony Blair, Mikhail Gorbachev, Alvin
Toffler y varios congresistas
norteamericanos y europeos— este preocupante fenómeno se reduce básicamente a
los impactos sectoriales y coyunturales de la explosión de la “burbuja
hipotecaria” derivada de los excesos y desmanes del mercado financiero, la
irresponsabilidad ética de los empresarios, la “ineficiente aplicación de la
doctrina neoliberal” y, últimamente, a la negligencia de los respectivos
gobiernos para apagar los incendios financieros. También se ha hablado de la
incapacidad para entender las “interrelaciones entre tiempo, espacio y
conocimiento” en el manejo del sector financiero.[2]
Y el alcance internacional es explicado y minimizado como efecto del proceso de
metástasis propio de una economía globalizada.
Así, el análisis del fenómeno y
sus soluciones ha venido girando en torno a la explosión de la mencionada
“burbuja” y, por tanto, la receta se reduce a simples medidas financieras
sectoriales y transitorias destinadas a rescatar y sanear el sistema
hipotecario, refinanciar a los bancos y
aseguradoras en quiebra y recuperar empleos perdidos, así como a amonestaciones
moralistas a ciertas empresas y sus directivos. Todo esto con inmunidad institucionalizada
para los causantes del desastre, y
desesperados llamados al gobierno para que corrija algunos desatinos de “la
autorreguladora mano invisible” del mercado. Con la llegada del gobierno del
Presidente Obama —y en una estrategia de tipo bomberil de un monto adicional de US$ 780.000 millones— se ha
buscado agregar transferencias financieras para que los gobernadores y los
alcaldes puedan adelantar proyectos de obras y servicios que generen empleo y
ayudas directas a las familias para que no pierdan sus viviendas y pequeños
negocios incautados por los bancos en crisis. Además se está destinando
recursos extraordinarios para la investigación científica en el campo de las
energías alternativas. Todo lo anterior a base de la ampliación de la incontrolada
emisión inorgánica, peligrosos desbalances fiscal y comercial y sin la certeza
de que constituya solución de fondo al
problema, y que responda a auténticos intereses sociales y nacionales de
mediano y largo plazos. Ésta es también
la percepción de los yuppies que
manejan las finanzas públicas y privadas latinoamericanas y de los profesores
de las universidades elitistas de la región, con excepción de un pequeño grupo
de académicos independientes quienes —aunque con acceso restringido en los
medios de comunicación y muchos de ellos excluidos de las universidades y de
los citados medios— se esfuerzan en identificar las causas profundas del
fenómeno y no simplemente sus efectos.[3]
En este limitado contexto
conceptual no ha habido en el establecimiento económico,
político y académico mundial y latinoamericano espacio suficiente para la exploración de la eventualidad
de una crisis sistémica del modelo económico capitalista neoliberal y su globalización como la ven,
por ejemplo, Ignacio Ramonet [4] y Emir Sáder;[5] o, aun más lejos, de una crisis estructural del capitalismo como la vislumbra Inmanuel
Wallerstein;[6] o, en un contexto
más amplio, de la posibilidad de una crisis
de civilización, como la entiende Wim Dierckxsens;[7] y mucho menos para rever y reinterpretar los
pronósticos clásicos del marxismo sobre las crisis cíclicas del capitalismo.
Tampoco, y consecuentemente, para esbozar una propuesta de solución efectiva y
viable.
Al intentar analizar el tema a fondo y con un enfoque integrado y sistémico, se tiene la sensación de que la explosión de dicha
“burbuja” es apenas uno de los efectos
de una crisis más profunda
del capitalismo y no la
causa de los trastornos y desastres financieros. Se está
haciendo creer que se trata simplemente de un traspié financiero
coyuntural de algunos bancos y empresas de la economía real, del cual se puede
salir fácilmente mediante un programa de refinanciamiento selectivo
por parte del gobierno, algunos
ajustes regulatorios del mercado, la consolidación del libre comercio y el
refuerzo de los mecanismos
multilaterales establecidos en Bretton Woods.[8]
Y que, por tanto, no se requiere una intervención contundente del Estado en los
subsistemas en crisis, apelando al dogma
de la no intervención y atemorizando con el fantasma de “las
nacionalizaciones socialistas”. Al
menos eso es lo que han venido haciendo los Estados Unidos y algunos países
europeos antes y después del cónclave del G-20 en Washington; y es también lo
que el Congreso norteamericano pareció exigirle a las tres grandes empresas de
la industria automotriz como condición para lanzarles el salvavidas financiero.[9] Ésta es igualmente
la estrategia básica subyacente en las conclusiones de la segunda reunión del
G-20 celebrada en Londres y la primera de las Naciones Unidas sobre el tema que
tuvo lugar en Nueva York. Y es también lo que parece ser la estrategia del
Presidente Obama y su destacado grupo de asesores económicos. Pero se omite la
consideración de que, como lo demuestra el economista colombiano Eduardo
Sarmiento, “toda la teoría involucrada en
estas estrategias y políticas está errada”.[10]
Asimismo, se soslaya el hecho de que no sólo opera la “burbuja” del sector
privado sino también la del gobierno
norteamericano —el cuantioso y desbocado endeudamiento externo, el excesivo
déficit fiscal, el creciente desbalance fiscal y comercial, el absurdo y
desmedido gasto militar, la incontrolada emisión sin respaldo, y otros
desaciertos— que puede estar próxima a estallar con consecuencias imprevisibles
para toda la economía mundial y la vulneración del valor de las reservas
internacionales de la gran mayoría de los países. También se omiten las graves
fallas en las actuales estrategias geopolíticas, ambientales, productivas y gerenciales de la economía
real.
Por estas y otras razones,
las medidas tendientes a contener la crisis en los Estados Unidos resultan esencialmente
paliativas, de carácter “bomberil” y están financiadas artificialmente mediante
una desbocada emisión inorgánica, que parece estar constituyéndose una nueva “burbuja”.
La posibilidad de que la economía europea pueda salir de sus actuales
dificultades no parecen concretarse, particularmente en cuanto a los empleos,
la capacidad de pago y los niveles de vida perdidos por gran parte de la
población; los graves incidentes diplomático-militares en Ucrania no están
exentos de vinculación con la apelación histórica a la guerra para “resolver”
la crisis y con los actuales problemas financieros sociales y políticos de Unión
Europea; y la aspiración de los países primario-exportadores de librarse del
impacto de la crisis mediante buenos
precios para las materias primas se ha visto progresivamente frustrada ante el
carácter transitorio de esta bonanza. Y esta frustración parece consolidarse
ante la necesidad de los Estados Unidos de auto-abastecerse de materias primas para disminuir su dependencia externa; y de la
circunstancia de que China tiene ya adelantada la construcción de sus mayores
obras de infraestructura y ha llegado al momento de apelar a su propio e
inmenso mercado interno.
Obviamente, el carácter
estructural y sistémico de esta crisis no significa por ahora que ella sea
también de inmediato final y catastrófica. Y si las medidas “bomberiles”
citadas logran sanear la banca, exorcizar a Wall Street y paliar la
inestabilidad de algunas grandes empresas, es posible que la crisis sea también
coyuntural y transitoria simultáneamente con su naturaleza estructural y
sistémica. Pero mientras siga en práctica el neoliberalismo y su capitalismo
salvaje la ampliación de las
desigualdades sociales, el despojo del 40% de la riqueza por parte del 1%
(según Stiglitz en el caso de los Estados Unidos) y la expansión de la pobreza
y la injusticia en el Tercer mundo desencadenarán la explosión de la burbuja
social y política que viene encubándose en los movimientos de “indignados” de
todo el mundo
2.
Uno de los premios Nobel de Economía de 2013 –
Robert Shiller – se preguntó si la economía es una ciencia[11]. ¿Con base en esta inquietud, qué entiende Ud.
por teoría y política económicas?
Esta pregunta contiene dos partes bien diferenciadas y poco ligadas. En
relación con la primera puede decirse lo siguiente:
No recuerdo un debate serio y
concluyente sobre la naturaleza científica de la economía y su carácter de
ciencia autónoma. Ni siquiera a lo largo de la enconada controversia Hayek-Friedman
contra Keynes, ni tampoco ahora ante el fracaso de las doctrinas neoliberales y
la crisis internacional que éstas han traído aparejada. Este tema fue discutido
internamente con frecuencia en la CEPAL —que como se sabe, se constituyó en los
años cincuenta y sesenta en el más importante laboratorio latinoamericano y del
Tercer Mundo para el estudio de las economías nacionales— y recuerdo que siempre
se la reconoció como instrumento de la
política y del desarrollo nacional, comprometido directamente con los intereses
sociales y nacionales. Sus numerosos estudios y
propuestas de la época siempre apuntaron a la satisfacción de las
necesidades sociales, la defensa de las respectivas economías nacionales y las
reformas políticas y administrativas necesarias para lograr dichos objetivos.
Por otra parte, las dudas
sobre la naturaleza científica de la economía y su práctica actual van más allá de saber si constituyen una
ciencia, en el sentido convencional del
término. En primer lugar, hoy resulta difícil concebir una ciencia que
opere al margen de la debida consideración de los componentes básicos de su
contexto estructural y operacional como, en este caso, lo son el medio
ambiente, la sociedad y su dinámica y los intereses nacionales, amén del
territorio, la historia, la geopolítica y otros, factores éstos considerados
simples “externalidades”.
Al observar
detenidamente el desempeño profesional de los economistas más destacados
durante los últimos 25 años, se evidencia la prevalencia de las consideraciones
eminentemente político-administrativas y menormente sociales y la impronta de política
económica y sus respectivos objetivos y instrumentos. Sus enfoques y
soluciones casuísticos, sectoriales y coyunturales y la ausencia de rigor
científico en sus recetarios y predicciones económicas —los cuales casi siempre
necesitan ser “ajustados” ante la contundencia de la realidad social— distan
mucho de lo que debería ser un manejo científico. La aplicación sumisa y
fundamentalista de las consignas del Consenso de Washington y la recetas
obligatorias del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y otros
mecanismos internacionales, sin la debida consideración de la realidad y los
intereses sociales y nacionales de los respectivos países, dejan mucho que
desear de lo que se espera de un desempeño científico.
También es cuestionable la
abusiva pretensión de constituirse en una superciencia de la sociedad, del proceso general del desarrollo nacional, la prospectiva, la geopolítica, la ingeniería
y otras ciencias, capaz de abarcar las estructuras y la dinámica social: el
capital, la producción, la ecología, la tecnología, el mercado, los
intercambios internacionales, la distribución y redistribución del ingreso, la
inversión extranjera, la política, la sicología social, la cultura, los
valores, las actitudes, las expectativas y motivaciones de las gentes, la
política, el desarrollo humano, el futuro y la prospectiva nacional, la
historia y muchos otros factores
sociales y políticos. Todo esto cuantificado y manipulado mediante un reducido
grupo de indicadores afines “brutos” y “per cápita”, que giran principalmente
en torno al llamado “producto interno bruto” (PIB)[12] y dicen muy poco del desempeño de la economía
y de su impacto sobre la sociedad, los ecosistemas, el manejo estratégico del
territorio, las prioridades nacionales, las expectativas de la población y
muchos otros factores.
Este asalto académico y
político condujo en Latinoamérica —y en general en el mundo capitalista a la
captura monopólica de la orientación nacional e internacional del poder
político y económico por parte de los profesionales y académicos de la economía;
y a la exclusión y de los demás profesionales y sus respectivos conocimientos
científicos y tecnológicos. Y también determinó el control dogmático del manejo
de la teoría económica por parte de unas pocas universidades elitistas
norteamericanas y europeas y sus asociadas en el resto del mundo. Al respecto
debe reconocerse que cada día se abre mayor paso en los círculos académicos
internacionales y en Colombia este cuestionamiento. Varios trabajos de miembros
de la ACEE así lo confirman.
En relación con la segunda parte de la
pregunta, en general una teoría es un
conjunto de supuestos y resultados esperados y no implica forzosamente rigor
científico, como en el caso de las teorías astrológicas, numerológicas, cartománticas
y otras. Mientras que la política vendría
a ser la aplicación de tales teorías a través de los mecanismos de poder. En el
pasado la economía contó con teorías con cierta base científica,
particularmente en los planteamientos de Adam Smith, Carlos Marx y Keyness). Esta situación comenzó
a cambiar con el neoclasicismo y perdió sus carriles con el neoliberalismo económico. Como puede
comprobarse fácilmente, en la práctica esta doctrina es la compulsión de la
maximización de la ganancia sin importar el costo social, político,
geopolítico, ambiental y, particularmente, el daño directo a las economías
nacionales; y, de paso, a la mundial. Para ello establece el dogma compulsivo
de la desregulación de la economía, el mercado y las prácticas financieras. Este
neoliberalismo parte de una base científicamente errada, particularmente en
cuanto a las virtudes auto-regulatorias del libre mercado y la consiguiente
desregulación de su funcionamiento, la falacia de la libre competencia entre
naciones de desarrollo económico desigual, la insistencia dogmática en las
ventajas absolutas del comercio internacional, el desprecio por la sociedad y
sus intereses, la ausencia de consideración por los intereses nacionales, la
conveniencia de las desigualdades sociales y varios otros aspectos.
3.
¿Qué es desarrollo humano?
A través del PNUMA, las
Naciones Unidas —que viene realizando un intenso esfuerzo en la promoción del Desarrollo Humano desde 1998 [13] con
base en los trabajos de los Profesores Amartya Sen [14] y Ul
Haq [15]— define este fenómeno en general como “el aprovechamiento de las capacidades y
potenciales humanas para que las personas puedan decidir por sí mismas lo que
quieren ser y cómo hacerlo”;[16] así
como el respeto a los derechos humanos, la búsqueda de la superación de las
desigualdades humanas y la elevación de la calidad de vida. Asimismo, tratan de medirlo en términos ciertos avances
en el respeto de los derechos humanos y en la disminución de las desigualdades
sociales, mediante una ponderación del valor absoluto del PIB.
Pienso que esta
concepción del PNUMA es básicamente válida y que su iniciativa debe ser,
apoyada sin reservas. Pero también, que ahora es necesario profundizar en la
naturaleza y el contenido del concepto, con el fin de identificar y desarrollar
la amplia variedad de tales capacidades y potencialidades propias del
prodigioso proceso de humanización de la especie. Como se sabe, tanto en
Occidente como en Oriente, éstas han
venido siendo inexplicablemente soslayadas, en especial después del
Renacimiento y la Ilustración y particularmente con la entrada en vigencia del
sistema capitalista. Si bien es cierto que en décadas recientes dichas
capacidades, y potencialidades han llamado la atención de algunos estudiosos, y
hasta se ha creado la profesión de “caza-talentos” y se han escrito numerosos
manuales para esta tarea; también lo es que estos atributos están siendo
percibidos y estudiados básicamente como simples “recursos humanos” para la
producción capitalista y como “capacidades de liderazgo empresarial”.
Obviamente, concebir a los seres humanos y sus capacidades como simple
“recurso” es desconocer la dignidad y la naturaleza suprema de este ser de inteligencia y potencialidades incomparables y
menospreciar el destino histórico de la humanidad, como bien lo anotó el
Mahadma Gandi. Reducir al ser humano —y
su inmensa capacidad creadora y el dominio de su iniciativa y su intelecto— a
la simple misión económica es ignorar el mayor logro de la creación en el
planeta y condenar a la humanidad a la simple condición de instrumento de la producción.
En la medida en que
conocemos mejor el doble proceso evolutivo del ser humano —biológico e
intelectual, aun inconcluso como lo percibió Pico de la Mirándola, uno de los
más destacados renacentistas—[17] se
constata cuánta imaginación, proyección cósmica, creatividad, imaginación, fantasía, talento, competencia,
emotividad, espiritualidad, afectividad, contextualidad,
ciencia, tecnología, arte, y muchas otros atributos invaluables ha venido
acumulando progresivamente la especie humana a lo largo varios miles de
millones de años. Pero éstos han venido siendo sistemáticamente ignorados y
dejados a la suerte del surgimiento milagroso, aislado e individual de unos
cuantos “genios”. Al respecto los estudiosos del cerebro humano nos informan
que sólo estamos utilizando menos del 10% de su capacidad de procesamiento.
En esta amplia y profunda
concepción (del ser humano) de este prodigioso ser, el Desarrollo Humano tiene
que ser el proceso autoeducativo de identificación,
liberación y despliegue de todas esas capacidades y talentos cognitivos,
creativos, de movimiento, iniciativa y
muchos otros atributos afines y conexos propios
del ser humano, generados y
acumulados a lo largo del proceso histórico de humanización. [18] Todo
esto para la dignificación, capacitación, liberación y el disfrute de la
humanidad y no para unas cuantas empresas nacionales y transnacionales
y unos súper-poderes mundiales. Y esto
significa una revalorización trascendental de la especie humana y una nueva educación
especial para todos —comenzando por las niñas, los niños y los jóvenes y
continuando con los adultos de todas las edades— que vaya más allá de sus dos mezquinas
misiones educativas tradicionales: el “aconductamiento” al sistema económico-político
y social en boga; y la adquisición de destrezas —“competencias” — para el trabajo productivo.
Aunque se reconoce la
existencia de estos atributos humanos, su identificación, liberación y
desarrollo generalmente queda reducida a los casos de unos cuantos “genios” y “superdotados”.
Últimamente se ha despertado cierto interés en este fenómeno, pero limitado a
identificar “lideres” de interés para el empresariado y actividades deportivas
y artísticas.
Sin
embargo, los investigadores comprometidos con un nuevo y auténtico humanismo
trabajamos ahora en la identificación, liberación y despliegue de dichos
atributos y las posibilidades de convertirlos en patrimonio activo de toda la
población y energía vital para la aceleración del desarrollo nacional. Todo
ello mediante políticas y planes
pertinentes,[19] pero no se trata esto de una tarea fácil, no
sólo por razones políticas sino también técnicas y de procedimiento. Por una parte, estos propósitos encuentran resistencias
en la mayoría de los actuales sistemas económico-políticos y sociales que rigen
los diferentes países, las cuales deben ser superadas previamente para este
pleno y constructivo aprovechamiento de las capacidades de todos los seres
humanos. Por otra, debido a las aberrantes desigualdades sociales acumuladas
hasta hoy, propias de dichos sistemas y los valores socioculturales y
psicológicos derivados de éstos, así como las circunstancias geográficas y
culturales específicas obligan a contar previamente con un amplio, complejo y
estratificado catálogo de aspiraciones y soluciones de desarrollo humano específicas para cada estrato y subestrato
social, lo cual implica complejas combinaciones de soluciones y sus respectivas
políticas y programas. Adicionalmente, como el desarrollo humano es un proceso articulado, coherente,
localizado, focalizado y de mediano y largo plazo, integrar operativamente toda
esta complejidad de acciones y soluciones —a quién, cuánto, dónde, cuándo, cuánta
sensación de felicidad o de ascenso social proporciona, etc.— plantea serias
dificultades técnicas y operativas. También entra en juego la importancia —y en
muchos casos la urgencia— de priorizar las condiciones y calidad de vida y
bienestar; y esto trae la complicación de los valores, actitudes y motivaciones
de las personas, factores estos que son frecuentemente manipulados por el
mercado.[20] Y
cualquiera de estos objetos, cuyo
uso o posesión traiga asociado un mayor grado de felicidad, satisfacción,
prestigio, u otro valor considerado positivo, para ese individuo o su
comunidad.
4.
El Informe Stiglitz-Sen-Fitoussi: “Una iniciativa
para mejorar la métrica del crecimiento
económico y el progreso social” se presenta como avance en la medición del
crecimiento económico y el progreso social. ¿Si está de acuerdo con esta
afirmación, cómo se puede instrumentar?
No hay duda de que las
reflexiones y recomendaciones de este importante Informe constituyen un avance,
pero de dimensiones pequeñas y tardías, puesto que existen propuestas aplicables
al respecto —como la contabilidad macroeconómica ambiental desarrollada por las
Naciones Unidas y otras— las cuales han sido sistemáticamente boicoteadas desde
hace más de 20 años. Su principal
limitación consiste en seguir considerando el PIB como el indicador principal
del desarrollo económico y social, fenómeno que no pude depender simplemente
del volumen agregado de la producción, independientemente de la naturaleza de
lo producido, su contribución efectiva a las transformaciones de la sociedad,
sus efectos nocivos sobre el medio ambiente, su incidencia en el sistema de
asentamientos humanos, sus impactos sobre las desigualdades sociales, la
justicia y los derechos humanos, y otros aspectos afines y conexos. Pero sobre
todo, sobre su contribución al desarrollo de los atributos de creatividad,
iniciativa, emprenderismo, humanidad, solidaridad humana y social, bondad,
pacifismo y otros conexos; así como el surgimiento de una conciencia
auténticamente humana. A estas limitaciones se agregan las relativas a la
recolección y manipulación de la información.
La instrumentación de la
propuesta de dicha Comisión puede resultar difícil, dadas las resistencias que
puedan oponerse por parte de los economistas, académicos y políticos hoy en el
poder —muchos de ellos ampliamente galardonados— que han venido sosteniendo la
validez inquestionable del PIB como indicador supremo de la economía y el
desarrollo nacional.
El PIB podría aun ser rescatado
socialmente a través de una nueva forma de calcularlo, desarrollando una
compleja ecuación que permita contabilizar de forma ponderada los beneficios y
costos de una gran numero de atributos, como la calidad de vida de la
población, el grado de seguridad alimentar, el grado de seguridad social, el
nivel de conservación ambiental y de los recursos naturales, y varias otras
variables pertinentes. Esto no obstante enfrentaría dos problemas difíciles de
solucionar: la falta de información confiable y que la práctica de la economía
no ha sido suficientemente "científica" para poder desarrollar dicha
ecuación —o sistema de
ecuaciones— que serían
necesarias para poder contabilizar adecuadamente todas esas variables.
5.
¿Ante
los problemas de crecimiento, pobreza, desempleo, corrupción, guerras,
narcotráfico, etc., cuál es el papel y la fortaleza de las teorías económicas
para interpretar e instrumentar la transformación del mundo actual?
Ningunos, si se trata de
las teorías en boga, mientras dichas teorías no adquieran el rigor científico
necesario y se apoyen sistémicamente en ciencias conexas como la sociología, la
geografía, la ecología, la ingeniería, la historia y otras; y estén al servicio
de la sociedad y no del capital nacional y transnacional.
Se requiere una nueva teoría económica
centrada en las sociedades nacionales, sus capacidades, potencialidades, recursos,
necesidades y aspiraciones, así como en la consideración de la fragilidad de
los ecosistemas y sus recursos, la estabilidad climática del planeta; y no
simplemente en la producción, el
mercado, la acumulación de riqueza y la desregulación. Asimismo se requiere un
nuevo orden internacional que garantice la equidad económica entre las naciones.
Y, sobre todo, se necesita una economía al servicio de los seres humanos, su
dignidad, sus derechos humanos, sus capacidades, libertades y demás atributos,
que garantice su participación justa en los procesos de generación y
distribución de riqueza, supere las desigualdades sociales, genere las
oportunidades de realización individual y social y acelere el proceso de desarrollo humano. Todos estos objetivos
llevan implícita la superación de la corrupción, el narcotráfico, la violencia
y la guerra.
6. ¿En Colombia se deben reforzar la
intervención del Estado y los instrumentos regulatorios en las políticas
económica, territorial, social y ambiental? ¿Si así lo cree, mediante qué
mecanismos?
En Colombia, como en
resto de los países, resulta imprescindible el control social democrático sobre
el poder, el mercado, los individuos y grupos proclives a los excesos y abusos
en sus recursos, funciones y actividades; y sobre esto encontramos justificación
a lo largo de la historia. En todos estos frentes y otros adicionales, porque
en el mercado no existe la sabia y oculta mano reguladora que imaginó Adan
Smith, sino intereses individuales y grupales
de poder y ventaja; ambiciones desmedidas de acumulación a cualquier costo;
ansias incontenibles de posesión de la tierra y sus recursos naturales; captura
compulsiva y monopólica del conocimiento científico, tecnológico, profesional,
artístico, deportivo y en general de cualquier campo productivo.
La inoperancia del “laissezferismo” y sus impactos adversos han quedado recientemente en evidencia particularmente
en Estados Unidos y Europa. Deben aprovecharse las enseñanzas de la
actual crisis económica internacional para introducir sistemas efectivos y
democráticos de regulación en todas las esferas claves de la vida nacional,
como la economía, la ocupación del territorio el manejo de los demás recursos
naturales, el control de la contaminación y las emisiones que aceleran el
calentamiento planetario, los alimentos y los fármacos, la corrupción a través
del sistema de telecomunicaciones, el deterioro de las ciudades, el desempleo y
la frustración de la población, y varios otros factores. No se trata de la
dictadura del Estado sino de la defensa de la sociedad, el desarrollo, el
planeta y la vida.
7.
¿Cómo se puede integrar la economía con otras ciencias como la política, la
sicología, la física, la matemática, la biología, la geografía, la ingeniería,
etc.?
Como se sabe, en el mundo
científico de hoy no hay ciencias aisladas; todas ellas forman parte de una
gran unidad cognitiva en consonancia con la propia unidad del universo; y todas
ellas se relacionan entre sí en forma sistémica como también sucede en el
universo. Ni siquiera pueden seguirse reconociendo las tradicionales barreras
entre las llamadas ciencias físicas, naturales, biológicas, sociales y otras.
Así, no puede hablarse de economía “a
secas” sin el territorio, los recursos que contiene, la localización geográfica
y las implicaciones geopolíticas que ella tiene; ni sobre los efectos de la
producción, la distribución y el consumo sobre el medio ambiente. Tampoco sin
los mandos de gerencia, la asesoría técnica en la producción y los recursos de
inversión de operación. Ni la población que produce y consume y que tiene
preferencias en las actividades productivas y el consumo y que, además, dispone
de valores, actitudes, motivaciones, expectativas y aspiraciones que influyen
en su contribución productiva y de consumo. Menos, sin las ciencias básicas que
permiten la generación de tecnologías, ni de éstas que definen los métodos y
costos de la producción y de la mayor parte de las actividades cotidianas.
Asimismo tampoco de la política, porque ella define en gran medida, la
oportunidades de negocios, los costos, las ventajas y desventajas, los
beneficiados y perjudicados y otros factores, tanto en el plano interno como en
de comercio internacional. Más allá de este despeño sectorial la economía
influye directamente en la alienación o el bienestar de los trabajadores, la
satisfacción de los consumidores y realiza un aporte decisivo en el desarrollo
nacional.
8. ¿Cómo enseñar la economía y cómo fortalecer o
cambiar los programas actuales de pregrado y posgrado?
Como una ciencia conceptual y metodológicamente integrada sistémicamente
al resto del conocimiento logrado por el ser humano hasta hoy; y,
consecuentemente, despojada de la arrogancia de considerarse una superciencia,
como ya lo he anotado.
Como una ciencia social, es decir, del desempeño
(conocimiento) del ser humano, su
sociedad y las estructuras y dinámica de ésta en los
procesos de producción y distribución y redistribución de la riqueza producida;
así como su capacidad productiva, su condición de vida, sus valores, actitudes,
motivaciones, expectativas y aspiraciones y su interacción con las tecnologías.
Como una ciencia contextualizada; es decir, un conjunto de conocimientos
válidos en un contexto geográfico, histórico, social, político, económico,
geopolítico y de otras naturalezas, tanto específico como diferenciado y
dinámico. Por ser una ciencia social no puede ser única y dogmática.
Como una ciencia experimental, porque simultáneamente se refiere en
buena parte al ser humano, al territorio, la política, la historia, la geopolítica y otros factores
en permanente cambio.
Como un conocimiento comprometido con la respectiva sociedad y sus
diferentes estratos, porque tiene que ver con el manejo de los recursos, los
medios de producción, las tecnologías, el empleo, el mercado, el consumo, las finanzas,
el medio geográfico y ambiental, la distribución de la riqueza producida, el
financiamiento del bienestar social, los intercambios comerciales y varios
otros factores de directo interés humano y social.
No soy experto en las
estructuras académicas de la economía. Sin embargo, a la luz de las anteriores
críticas formuladas por mí, considero que varios los frentes del sylabus del
pregrado y el posgrado merecerían una revisión, tales como los siguientes:
·
El uso adecuado de la modelística matemática, porque no se trata de una
ciencia exacta.
·
Una estadística desagregada y ponderada para que responda a la
diversidad de estratos, situaciones, justificaciones, etc.
·
La inclusión de conocimientos básicos de antropología, sociología,
historia, política, y otros.
·
Desarrollo nacional y su planificación.
·
Economía ambiental
·
Economía urbana
·
Geopolítica económica.
9. ¿Qué opina usted de los planteamientos del Papa
Francisco Primero sobre la necesidad de crear una economía del bien común para
evitar las muertes que produce la exclusión y la inequidad, producto de una
economía volcada al consumismo exacerbado que ha colocado el dinero como centro
de la vida?
Este planteamiento del
Papa Francisco sobre la creación de una nueva economía resulta completamente
válido y oportuno, particularmente en un momento en que la mayor parte de
humanidad se encuentra afectada por conceptos y políticas económicos que
conspiran contra los intereses vitales de la sociedad y los seres humanos. No
sólo por el consumismo compulsivo y perjudicial que promueve, sino también por
las desigualdades sociales y el empobrecimiento que genera, la falta de
compromiso con el empleo, el despojo del de los ahorros de la población, la
ética del enriquecimiento a todo costo, el empobrecimiento y las desigualdades
sociales que genera, la contaminación ambiental que produce, la contribución al
calentamiento planetario que provoca y muchas otras inaceptables secuelas.
Sin embargo, el Papa no menciona que
dicha impactos adversos de esta economía cuestionada no constituye un simple
problema de ética, ni un fenómeno aislado y de fácil modificación. Dicha
economía es estructuralmente ligada al sistema económico-político y social
vigente en la mayoría de los países y al sistema de poder mundial, operada por las grandes empresas
transnacionales, y apoyada por los grupos internos dominantes en los países. ¿Será
posible tan anhelada nueva economía sin una transformación estructural del
sistema económico-político y social interno y del sistema internacional de
poder vigentes en el mundo de hoy?
10. ¿Es la
corrupción una limitante para la economía y la sociedad colombianas? ¿Qué
mecanismos y medidas sugiere para eliminarla?
Sí lo es, y
de carácter estructural. Es la expresión de la pérdida de valores de la
sociedad colombiana y el desempeño de varias generaciones de políticos,
financieros, empresarios y mafiosos enquistados en todas las estructuras de la
sociedad. También es inducida exógenamente y estimulada por las doctrinas y
prácticas económicas neoliberales económico. Es parte de la crisis del sistema
económico-político y social en vigencia. Por tanto no puede hablarse de eliminar
esta corrupción mientras se mantengan activos sus actores principales y sus
causas.
(RDU/Respuesta RU
para libro ACCE)
[1]
Véase al respecto Naturaleza Sistémica de
la Actual Crisis Económica Internacional. En Enfoques sobre el Origen de la Crisis Mundial de 2008. Academia
Colombiana de Ciencias Económicas. Bogotá 2009.
[2] Véase Alwin
Tofler y Heidy Tofller: La Caida del Dinero: Por qué el Mundo está haciendo
las Preguntas Equivocadas. En “La Crisis Económica Mundial”.
Quintero Editores-Editorial Oveja Negra. Bogotá 2008.
[3] Entre otros,
puede mencionarse a Roberto Verrier, Atilio Borón, Theotonio dos Santos, Arturo
Huerta, Eduardo Sarmiento, Jhon Saxe-Fernández, Raúl Alameda, Orlando
Caputo, Beethoven Herrera, Julio
Gambina, Rubén D. Utria, Osvaldo Martínez, Emil Sader, Carlos Gutiérrez, Edgar
Reveiz, Aurelio Suárez y otros.
[4] Véase Ignacio
Ramonet, La Crisis
del Siglo. En Le monde Diplomatic, Edición España. Octubre 2008.
[5] Véase Emir
Sader: América Latina Frente a la Crisis. Le Monde Diplomatique,
Edic. Bogotá, Octubre 2008
[6] Véase Immanuel Wallerstein: La Crisis estructural del Capitalismo. Ediciones
Desde Abajo. Bogotá, 2007.
[7] Véase Wim
Dierckxens: La
Crisis Mundial del Siglo XXI, Oportunidad de Transición al
Poscapitalismo. Departamento Ecuménico de Investigación de Costa Rica.
Ediciones Desde Abajo, Bogotá, 2008.
[8] Véase Conclusiones de la Cumbre del G-20.
Washington, Noviembre 15 de 2008.
[9] Se alude a la
reunión de los 7 países más ricos y unos cuantos “emergentes” el 20 de
Noviembre de 2008 y el aplazamiento del salvamento financiero solicitado por la GM , la Ford y la Crysler por parte del Congreso
en sus sesiones del 18 y 19 de Noviembre.
[12]
Ya desde 1960 este fenómeno lo veníamos identificando y estudiando
infructuosamente en la CEPAL, bajo la dirección del famoso sociólogo José
Medina Echavarría. Veáse su obra Los
aspectos sociológicos del desarrollo de América Latina. CEPAL, 1963.
[13]
Véase UNDP: Informe sobre el Desarrollo
Humano 1913. También los Informes nacionales sobre el tema
[14] Véase Amartya Sen: Development as freedom. Oxford University
Press. Oxford 1999.
[15] Véase Ul Haq, Reflections on Human Development. En
Oxford Indian Paperbacks. Osford University Press. Oxford 1999.
[16]
Véase UNDP. Informe sobre el Desarrollo
Humano 1913. Naciones Unidas, New York 2013.
[17]
Véase, el gran humanista del Renacimiento Pico de la Mirándola: Discurso ……
[18]
Véase Rubén D. Utria Desarrollo Humano y
Desarrollo Social. En Globalización,
Crecimiento y Desarrollo. Academia Colombiana de Ciencias Económicas,
Bogotá 2013.
[19] Véase por ejemplo: Desarrollo Humano y Desarrollo Nacional: Rubén D. Utria, en
Globalización, Crecimiento y Desarrollo. Academia Colombiana de Ciencias
Económicas. Digiprint Editores,Bogotá 2013.
[20] Para algunos grupos la expresión de calidad
de vida y la preferencia y prioridad en las soluciones pude no estar en la
salud, la educación, la vivienda, etc. sino en un teléfono celular, un i-fone, un i-pod, una consola de juegos, un computador o cualquier objeto la
amplia y penetrante chatarra informática-electrónica; así como una ropa de
marca o una bebida de prestigio, e inclusive una dosis de estupefacientes.